La optimización de costes, el fin del negocio hipotecario y la clausura de sucursales solapadas provocan la desaparición de 233 oficinas en los últimos cuatro años
El sistema financiero continúa inmerso en un proceso de ajuste de estructuras dentro del actual panorama de concentración de entidades y reducción de costes y ya ha cerrado 233 oficinas de atención al público en Málaga, lo que supone una de cada seis que había abiertas hasta la llegada de la crisis. De paso, el sector está finiquitando un parque inútil de sucursales abiertas al fragor del boom inmobiliario con el objetivo principal de captar hipotecas y que ahora, tras el desplome de las ventas de viviendas, se revelaron como muy poco rentables, cuando no sencillamente inviables.
Fue a mitad del año 2008, cuando se alcanzó un parque máximo de 1.407 sucursales en Málaga, tras una desenfrenada carrera de aperturas en las que participaron muchas cajas y bancos de otras comunidades autónomas que desembarcaron en la provincia sólo para competir por el pastel de las hipotecas.
Basta recordar que Málaga duplicó en esos años el número de oficinas que tenía en relación a 1998. El incremento fue del 40% si nos atenemos sólo al periodo 2002-2008. El estallido de la burbuja inmobiliaria acabó con el disparate; primero fueron cerrando las oficinas abiertas por las entidades «paracaidistas»; luego llegó la época de las grandes fusiones y la eliminación de sucursales solapadas, ya que podía darse la circunstancia de que dos entidades integradas tuvieran sendas oficinas en la misma calle. De esta forma, la red bancaria en Málaga se cifra actualmente en 1.174 oficinas, una cifra que devuelve a la provincia al nivel de 2005.
Los expertos, sin embargo, afirman que la dinámica de cierres continuará y situará a Málaga en el entorno del millar de sucursales, es decir, a los números que se movían en 2002-2003, precisamente cuando se iniciaba la época de la burbuja inmobiliaria. La clausura de oficinas, en principio, no debe comportar necesariamente la destrucción de empleo, por cuanto esos recursos humanos podrían ser redistribuidos en otras áreas de cada entidad, aunque lo cierto es que los bancos y cajas vienen acometiendo de forma añadida planes de prejubilaciones y bajas incentivadas.
El secretario de Servicios Financieros y Administrativos de CCOO en Málaga (COMFIA), Rafael Manjón, afirma que el sector ha perdido entre un 10% y un 15% de su empleo –unas 8.000 personas en Málaga– en los dos últimos años por toda esta situación y teme que la salida de trabajadores se prolongue durante los próximos meses, vistos los continuos vaivenes del panorama bancario en toda España.
De hecho, las previsiones de los sindicatos para el conjunto nacional hablan en este año de una destrucción de 30.000 empleos en toda España.
«Estamos perdiendo puestos de trabajo a pasos agigantados entre la propia caída del negocio y las fusiones. Las entidades están reduciendo al máximo sus gastos de personal, además de llegar a acuerdos para aligerar la plantilla, normalmente prejubilando a los más veteranos y ofreciendo bajas incentivadas», comenta el responsable de CCOO.
Está claro que los tiempos han cambiado una barbaridad desde los años gloriosos del ladrillo. La provincia registraba por aquel entonces techos espectaculares en cuanto a firma de hipotecas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2006 y 2007 se firmaron una media de 57.000 préstamos anuales en Málaga, con un importe que rondaba los 160.000 euros (incluyendo el 100% de la financiación de la vivienda y gastos para mobiliario). La crisis propició un descalabro mayúsculo y si en 2011 la firma de hipotecas había caído al nivel de 15.200, para este año se espera una cifra en el entorno de las 12.000.
Por supuesto que el importe prestado por los bancos también se ha reducido drásticamente: la hipoteca media no llega en Málaga actualmente a los 110.000 euros, siendo raro el préstamo que cubre el 80% del valor tasado del piso.
Manjón recuerda también que el sector bancario pasó algo similar a los que ocurría en las obras, donde la actividad constructora era tan brutal que las promotoras y constructoras se «robaban» las cuadrillas de trabajadores unas a otras inflando los salarios como si fuera una puja.
«En las entidades financieras era igual; se produjo un gran trasvase de comerciales y directores de oficinas desde los bancos a las cajas de ahorro. Se fichaba a las personas que demostraban un mejor nivel a la hora de vender hipotecas y otros productos, con ofertas de salarios muy superiores a los que tenían. Prácticamente se los rifaban. Hasta que reventó la burbuja», rememora.
«En las entidades financieras era igual; se produjo un gran trasvase de comerciales y directores de oficinas desde los bancos a las cajas de ahorro. Se fichaba a las personas que demostraban un mejor nivel a la hora de vender hipotecas y otros productos, con ofertas de salarios muy superiores a los que tenían. Prácticamente se los rifaban. Hasta que reventó la burbuja», rememora.
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